Donde hay agravios no hay celos,
una obra de Rojas Zorrilla y dirigida por Helena Pimenta, se ha estado
representando con muchísimo éxito por los diferentes teatros de toda España
desde su estreno en el Festival de Teatro Clásico de Almagro y que, casi un año
después, finaliza su gira en Sevilla.
Hemos
tenido el enorme placer de hablar sobre la función con dos de las actrices que
componen el numeroso elenco: Nuria Gallardo y Clara Sanchis, dos mujeres que no
necesitan presentación. Una entrevista conjunta con ambas en la que, en lugar
de guiarlas yo por las preguntas… me guiaron ellas a mí con sus respuestas. Un
hermoso rato que me hicieron pasar y que ahora os traigo por escrito:
Pregunta: Esta obra fue muy
representada en su tiempo, contando con muchos éxitos… Sin embargo, es un autor
poco conocido. ¿Es vuestro primer contacto con el teatro de Rojas Zorrilla o ya
conocíais alguna obra?
Clara Sanchis:
Para mí ha sido un auténtico descubrimiento, no lo conocía y me gusta
muchísimo. Es una mezcla de comicidad y
al mismo tiempo profundidad y complejidad en los personajes… Un hombre moderno
y los personajes femeninos de esta función son insólitos. Por supuesto,
Lope de Vega también es otro gran defensor de la libertad de la mujer… son esos
aliados que ya teníamos…
Porque
¿qué sería de la liberación sin estos aliados hombres, cuando durante tanto
tiempo sólo ellos han tenido la voz? El personaje que interpreto en esta
función, que no quiere casarse con quien le toca, llega a decir “mi albedrío es
mío”. Esto en una mujer del Siglo de Oro es insólito y además la altura
intelectual que le da.
Nuria Gallardo:
El querer casarse por amor. Pero es el hecho de que la mujer se lo plantee y
diga “si a mí me gusta uno, ¿por qué no me voy a casar con él?”. Eso era
impensable porque las mujeres estaban educadas para casarse con alguien que
tuviera posibles.
C.S.:
Además el personaje de Nuria (Beatriz) habla directamente de sexo. Una sexualidad
expresa encima de la mesa y expresan sus deseos físicos.
N.G.:
Rojas Zorrilla no ha sido un autor tan prolijo y no ha proliferado tanto con
sus obras como para tener una buena biblioteca suya. Son menos conocidas…
porque hay otros autores como Lope de Vega que no te quiero ni contar la de
obras que tiene…
C.S.:
Esta obra además es curiosísima
estructuralmente, es muy moderna. Es muy moderno el hecho de que sea tan
coral, todos los personajes son importantes y tienen su momento.
N.G.:
Creo que en la historia del teatro clásico es la primera vez que la criada
tiene un soliloquio. Yo esta obra no la conocía y hemos tenido la suerte de dar
con una función en la que “el listo” o el más inteligente de todos los alumnos
de la época empezó a chupar de todos los maestros y ha dado con la piedra
filosofal. Una función redonda.
P.: Hay mucha gente que habla sobre
lo transgresor que ha sido el director o directora a la hora de apostar por un
montaje o una forma de trabajar la obra, pero la transgresión ya está en el
propio texto desde hace siglos. ¿Cómo es la creación de unos personajes de una
obra como esta, además en verso?
N.G.: Mi
proceso creativo ha sido muy diferente al del resto de compañeros. (Destacamos
que la actriz se incorporó cuando la función ya había comenzado a rodar y que,
hasta entonces, su papel lo interpretaba Marta Poveda).
C.S.: Helena Pimenta propuso una
forma de trabajar el verso que para mí ha sido nueva. Una forma mucho más
física de lo que para mí era habitual y creo que de alguna
manera hemos sacado ese animalito que llevamos dentro. Y claro, unido esto a la
transgresión que tiene el texto es fantástico porque los conflictos no se
quedan en palabras, sino que están completamente en el cuerpo y ha sido algo en
lo que Helena Pimenta ha puesto mucho hincapié. Nos dejamos la piel y eso hace que la comicidad sea mucho más salvaje,
creo que es un tipo de interpretación muy directa.
N.G.:
Muy arriesgada porque es muy de verdad. ¿Cuándo te ríes tú más? Cuando más en
serio están viviendo los personajes lo que les pasa. El público es
absolutamente partícipe de todo lo que nos está pasando. Cuanto peor lo pasa
esta mujer (doña Inés, interpretada por Clara) no te quiero ni contar… más risa
da.
C.S.: Los
tres personajes femeninos son tres grandes desobedientes, tres maravillosas
desobedientes.
N.G.: Una
mujer que se enfrenta a su padre, otra que viene buscando al hombre que la ha
dejado tirada y la otra que es un pendón desorejado que dice “yo, mi beneficio”.
Son tres montañas que mueven mares.
P.: Entonces aunque haya muchos
hombres la función la movéis vosotras, ¿no?
C.S.:
Yo creo que no. Lo que sí tiene es una escena insólita larguísima y muy curiosa
de personajes femeninos (doña Ana y doña Inés) que son amigas, confidentes. Las
feministas norteamericanas a la hora de ver los guiones comprueban que haya una
escena entre dos mujeres que estén solas, hablen entre ellas, que no hablen de
un hombre y que sean amigas para que pase los requisitos de igualdad.
En
este caso sí hablan de hombres porque es la temática pero es rarísimo que haya
dos mujeres hablando de sus cosas en escena. Si están hablando es porque son
enemigas o porque están hablando de un hombre.
N.G.:
Es una escena en la que aunque estén hablando de un hombre son amigas.
C.S.:
Para ponerse de acuerdo y ser solidarias entre ellas. O sea me quito de nuevo
el sombrero con Rojas Zorrilla. En la unión de las mujeres es donde está la
fuerza.
P.: En esta obra hay un componente
metateatral importante que es el cambio de roles de amo-criado, por ejemplo.
Componente que Helena Pimenta ha potenciado con el recurso de presentaros antes
el público como actores antes de empezar la función (y al finalizar), ¿no?
C.S.:
En este caso es lectura de Helena, no está en la función ese principio. Es muy
bonito porque se produce un efecto de muñecas rusas porque, al mismo tiempo, también
en los personajes queda clarísimo en el texto que en la vida representan un personaje
que no desean. Tan contemporáneo esto además porque nos pasa ahora. Hablamos de identidades y creo que en ese
juego que hace Helena se está hablando de eso, de quién está detrás de la
máscara.
N.G.:
Eso ayuda muchísimo también a que el público sea cómplice desde el minuto cero
con el actor. Yo ya sé que tú sabes y tú ya sabes que yo sé, podemos jugar
juntos. La función la vamos a hacer juntos. Vamos a hacer un acto de amor
juntos, ya verás que bien te lo pasas, confía en mí y juntos de la mano. Y
vuela.
C.S.:
Helena ha dirigido esta función en estado de gracia porque ese principio tiene también
una melancolía. Con una función que es comedia tuvo la enorme inteligencia de,
desde el principio y a través de la música, establecer un código de una cierta
nostalgia y tristeza que es necesaria para que no sea frivolidad.
N.G.:
Es que en la lucha por conseguir algo a los personajes se les va un jirón, les
cuesta la vida. Es muy divertido pero el
público también es cómplice de todo lo que duele. Por eso me río y
comparto, es decir, no me río de… sino me río con. Esta función está hecha para
que el público se ría con nosotros.
P.: Los jóvenes, y no tan jóvenes,
le tienen un poco de miedo a los clásicos. ¿Notáis ese miedo al verso?
C.S.:
Sí, y es porque realmente el verso es muy difícil de entender. Entender una función en verso requiere un
esfuerzo intelectual muy gratificante por todo el recorrido mental que hay
que hacer para entrar… Es casi otro idioma.
N.G.:
Lo que requiere el verso es mucho ejercicio de escucha. Durante un tiempo, en
este país hace mucho años, la oratoria o el cómo se dice era más primordial que
lo que se está diciendo. Ahora mismo lo que se trabaja en el escenario es lo
que le pasa a los personajes, la suerte que además tenemos nosotros es poder
decirlo con palabras maravillosas. El trabajo
específico que se hace con Helena Pimenta va orientado a que no haya una
palabra que no se sepa por qué se dice. Con este trabajo el público es capaz
de comprender a través del verso qué le está pasando a los personajes.
P.: Para finalizar, y es una
pregunta que a mí me gusta mucho hacer, independientemente del autor, la obra,
el género…¿qué os ocurre cuándo se abre el telón? ¿qué es para vosotras el
teatro?
C.S.:
A lo largo de la vida de un actor tengo la impresión de que es algo que va
cambiando. Ahora, y seguramente tiene que ver con el viaje de esta función y
con otra que estoy haciendo de Juan Mayorga (La lengua en pedazos), pienso mucho en que en este arte el trabajo
es comunicación con el espectador.
Para
mí subirme al escenario, y es la gran diferencia con el cine y la televisión,
es jugar juntos. El público está ahí, no se debe olvidar, y aunque exista
cuarta pared nuestro juego es en comunicación constante con el espectador. Es
algo que hacemos juntos y eso, hoy en día, que estamos tan solos es precioso.
N.G.:
Magia. Es eso: magia. Es volar, crear, imaginar, soñar.
Con Nuria Gallardo y Clara Sanchis al finalizar la entrevista. |
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